¡El titulo está bien elegido! Cada una siente en sí misma un aire nuevo, un gusto mayor por la misión al pensar en volver a nuestro apostolado.
Después de haber seguido los pasos de Santa Claudina en San Nizier donde fue bautizada; cerca de la plaza de Terraux donde sintió en el fondo de su corazón: «perdona Glady como nosotros perdonamos»; de haberla seguido por las calles de Lyon donde sentía la angustia de ver tantos niños que no conocían a Dios; en Pierres-Plantées donde abrió la Providencia; en San Bruno donde escucho la llamada: «Ven y sígueme, te quiero religiosa». En Fourvière, donde pudo acoger mayor número de huérfanas y también de jóvenes, en el Pensionado, para darles una educación cristiana.
Fuimos a Monistrol donde Claudina y sus compañeras pudieron, al fin, pronunciar sus Votos y donde nosotras, el grupo de Retorno a las Fuentes, pudimos renovarlos también en los restos de la misma Capilla.
De todos estos encuentros con Claudina; estudiando la Positio con una guía que nos clarificaba ; rezando cerca de la tumba, nosotras hemos contemplado su inmenso perdón que marco toda su vida, hemos admirado su confianza en la Providencia, su valor, su fe, su humildad, su audacia….
Además de vivir junto a Claudina, pasamos dos días enteros en Lourdes: la Virgen aparecida a Bernardette nos cautivó. La Puerta Santa, la procesión con el Santísimo Sacramento acompañada de1000 monaguillos venidos de toda Francia, la visita a las basílicas… todo nos prodigo mucho consuelo espiritual. También Paray-le-Monial; ¡el Corazón de Jesus nos habló como a Santa Margarita Maria!
En Roma, releyendo los Hechos de los Apóstoles, hemos visitado y rezado en las cuatro basílicas, el Vaticano, Sta. Maria la Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros, además en otras varias basílicas menores. Hemos visto algo de la Roma Antigua, el Foro, el Coliseo el Panteón, etc. Hemos admirado esculturas, mosaicos, pinturas …
En este Ano de la Misericordia pasamos la Puerta Santa del Vaticano en una peregrinación común con otras confesiones religiosas. Después fuimos de nuevo al Vaticano para la clausura de la Puerta Santa de la Misericordia y participamos, en una Eucaristía muy hermosa, con mucha gente que expresaba la universalidad de la Iglesia.
Aun tuvimos otra Misa en el interior del Vaticano y visitamos las tumbas de los últimos Papas.
Finalmente hemos asistido a una Audiencia general del Papa Francisco.
Este ha sido el punto final de dos meses maravillosos que nos han ofrecido nuestras comunidades y nuestras provincias. Agradecemos vivamente a Jesus-Maria, a las comunidades de Lyon y Roma y a M. Aurora.
Deseamos la misma gracia a todas nuestras hermanas de «una cierta edad».
¡Si! ¡Qué bueno es Dios!