Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
En el encuentro de Jesús con las mujeres de Jerusalén, descubrimos una inversión de lo que generalmente sucede. En ese encuentro, el que necesita consuelo es quien consuela; el débil es el que fortalece a otros.
Queridos amigos, a nuestro alrededor, siempre hay personas sumidas en el dolor y las lágrimas silenciosas, que necesitan de alguien que las consuele. ¿Son nuestros corazones lo suficientemente sensibles para descubrir a los hermanos y hermanas que cargan con tantos pesos, o estamos tan preocupados por nuestros problemas que nos volvemos insensibles a sus amargas lágrimas?
El amor pide que nos cuidemos unos a otros y que velemos por los demás. No tan lejos de nosotros, hay mujeres, niños y personas que sufren por las difíciles condiciones en las que viven. Jesús los ve y los consuela. Sin embargo, necesitamos de más consoladores. Tú también puedes consolar a alguien.
Pedimos a Dios que nos dé la gracia de responder a las necesidades de los demás, incluso cuando nuestros problemas nos preocupen demasiado. Que podamos consolar a otros de la misma manera que somos consolados por Dios. Amén.