nos dejas muy de repente, no pudimos decirte adiós, solo te dije: “descansa…” tú sonreíste y cerraste los ojos… Qué poco sabía que era lo último… Su simplicidad, total disponibilidad, sentido del humor, sensibilidad, dedicación y amor por la Congregación, especialmente por África, Francia y la AFJM … estos espacios vacíos son difíciles de llenar, tú tuviste un toque especial de bondad. Gracias por ser parte de nuestro equipo, gracias por tu servicio, tu lealtad y por la unión que siempre sentimos como equipo. Te extrañaremos: tu oficina y tu habitación nos traerán recuerdos difíciles de borrar. Descansa en paz y ruega por nosotros. Adiós querida Elisabeth. Te queremos.