Antes que la pintura fuese un objeto de lujo, antes que otras formas innovadoras de arte la desplazarana una dimensión de banalidad decorativa, hace apenas un par de siglos, la pintura solía ser objeto de culto. Culto tanto en el sentido de adoración como de cultura. Como las imágenes de los santos, la propia actividad pictórica gozaba de un aura sacra. Y es que fue la Iglesia la principal promotora de la pintura durante siglos, y las magníficas obras de arte que se conservan en iglesias y conventos alrededor del mundo dan fe de una memoria perenne que nuestra civilización conserva en la representación pictórica de aquellos hombres y mujeres espiritualesa quienes llamamos santos. Si bien puedo culpar a los santos de vaciar su aura milagrosa en la secular actividad de la pintura, también debo agradecerles todo lo espiritual que la pintura puede irradiar desde su austeridad material. Jamás debemos olvidar que una pintura no es más que un trapo untado en pigmento, sostenido por unos maderos. Por eso agradezco a la madre María Luisa de Anda la oportunidad que me dio de pintar a Claudina Thèvenet, la fundadora de las Religiosas de Jesús María, como recordatorio de que no todo objeto de arte constituye una mercancía, y que siempre será posible ver, como un derecho humano, una dimensión espiritual en las imágenes pintadas. No he querido ser creativo en la ejecución de esta pintura.
Hoy, cuando el papa Francisco abre la iglesia a los pobres, no puedo insistir en equiparar un sencillo talento a la acción divina de crear. Simplemente tomé la foto de un retrato de Claudina, busqué imágenes de niños en internet y, gracias a la tecnología digital, uní -en la misma escenografía – dos tiempos distantes. Dos tiempos que se juntan en el presente estructurados por el dibujo de la fachada de una iglesia gótica, en cuyas ventanas ojivales se ve el emblema de la Congregación, arquitectura que alberga tanto la imagen pictórica de Claudina como las imágenes digitales de los niños contemporáneos a quienes ella abraza. Las imágenes tienen un tiempo propio, y en nuestra mirada distraída aparecen como una detención milagrosa en que por un instante pareciera que el pasado y el presente se topan para celebrar su secreta conspiración que nos impulsa a actuar, como habría dicho Ignacio de Loyola, con deseo ydeterminación frente al futuro.
Rafael Penroz Vicencio
25 Juillet 2013, Merida Yucatán, Mexique
www.penroz.com
Rafael Penroz Vicencio
Nacido en Santiago de Chile en 1964.
Licenciado en Artes Visuales por la Universidad de Chile (1990), con especialidad en Pintura. Estudió dibujo, diseño y pintura en Canadá, así como la Maestría en Estudios Culturales en la Universidad Arcis en Santiago de Chile (2013). Ha participado en al menos treinta y cinco exposiciones colectivas en Chile, Argentina, México, Brasil y Canadá, y realizado tres exposiciones individuales en Chile y una México. Ha trabajado en imagen publicitaria y dirección de arte, así como profesor de composición, dibujo y pintura en Chile. Colabora, desde su inicio,con la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), habiéndose desempeñado como Coordinador Académico de la Licenciatura en Artes Visuales, y luego como profesor de Dibujo, Pintura, Teoría del Arte y Arte Acción. En 2010 es seleccionado por la revista m’ART, como uno de los 40 artistas emergentes coleccionables en México. Actualmente vive en Mérida, Yucatán, México, donde reside como artista activo, trabajando en la ESAY como docente y colaborando con la Secretaría de Cultura del Estado de Yucatán en el proyecto de creación de una Galería de Arte Emergente, la primera de su tipo en Mérida.
Penroz investiga la trasmutación del modelo original pictórico hacia su inflación digital o “digital enhancement”. Desde 1987 ha trabajado la discreta represión de la autoría a través de la producción manual de réplicas de imágenes reconocibles que constituye un elemento fundamental en sus últimas producciones, en las que plantea, la politicidad del trabajo manual como antagonismo al trabajo especulativo y a la idea del capital simbólico. En su más reciente proyecto propone una proletarización consciente del pintor, quien ejerce como posproductor en la documentación de historias de la imagen y su montaje como labor manual, desvinculada del fetiche creativo. Su línea de trabajo es la investigación visual en torno a los cruzamientos y traslapes entre los medios masivos, la pintura y la literatura.
Referencias:
www.penroz.com/inicio/bio-statement/[/button]www.artesvisualesyucatan.com.mx/rafaelpenroz.htm