Cristo ha resucitado

En la mañana del domingo, las mujeres vieron la piedra pesada desplazada: en el sepulcro donde habían dejado a Jesús, había entrado de nuevo la luz. ¡El que era la Luz hizo abrir el sepulcro! Desde la realidad más dura, desde las situaciones sin sentido, desde el dolor más intenso, nace la Resurrección.

Sabemos que siempre la vida se abre paso en cada situación, aunque es difícil reconocer que la LUZ puede venir cuando todo es oscuro. Resucitar es no dejar que la esperanza se apague. Es creer que, en medio de tanta tiniebla y sinsentido, Dios está presente de manera misteriosa. Es ver que el ser humano es capaz de mucho bien.  Es reconocerle en gestos de ternura de hermanos y hermanas que están a nuestro lado.

En este tiempo de afinar los sentidos descubrimos que el amor madruga más que el sol. El amor es luz en la oscuridad. El amor hace testigos de lo invisible, de lo “increíble”. El amor no mide, derrocha. En Jesús-María la Vida y el Amor se han abierto camino:

  • en la solidaridad e iniciativas de comunidades y grupos de la Asociación Familia Jesús-María para ayudar a personas con dificultades por la pandemia
  • en la respuesta generosa de las religiosas que en estos tiempos difíciles han salido de su tierra y han ido a otros países o provincias para desarrollar allí la misión
  • en el inicio de misiones entre los más necesitados, apoyadas desde la misión compartida
  • en el testimonio de vida que nos han dejado las hermanas que se han ido al cielo y en las nuevas vocaciones que nacen en la Congregación
  • en los grupos de jóvenes que se comprometen en servicios de voluntariado por todo el mundo
  • en la capacidad de adaptación a las nuevas situaciones a través de encuentros internacionales y de formación entre religiosas y laicos de los diferentes países
  • en el aprendizaje de la espera, de la confianza desde la fragilidad
  • en el cuidado mutuo entre compañeros de misión
  • en la acogida y el respeto desde la vulnerabilidad…

Pedimos para todos esa Luz del Espíritu que sabe esperar en los acontecimientos, que escoge amar y servir, que decide seguir caminando con los demás, en compañía, nunca solos… para seguir dando fruto.