Jesús es despojado de sus vestiduras
Miro a mi gente y recuerdo a mis padres, recuerdo a mis abuelos… ¡la realidad no es diferente!
Veo en mi vecindad a jóvenes sin sueños porque la realidad en la que vivimos no nos deja soñar.
Son muchas las mujeres que lloran en silencio porque les han callado la voz, porque se les trata como objetos, olvidamos que son personas y que necesitan decidir por ellas mismas.
Creemos que los niños son ingenuos, pero sabemos que esta realidad les afecta. A ellos también los despojamos de su inocencia, de su infancia, de un futuro con posibilidades… de buena formación.
La realidad nos hace ver muchas cosas que nos despojan de nuestras ilusiones, de nuestros deseos más profundos. Pero la fe nos enseña que, a pesar de todo, junto a Dios… caminando con Jesús de Nazareth… nada es imposible.